martes, 11 de febrero de 2014

Calle Esperanza

Estoy cansada ya de tantas cosas que son rutinas en mis días... Como de estudiar algo que no sea cada centímetro de tu cuerpo, de no saber de ti, de pasar horas esperando a que volvamos a hablar...
Todo por la maldita decisión de apartar todo esto a ver si encontramos alguna solución. Que esto empiece o acabe algún día, aunque mientras, sólo queda la espera. Esa que lleva jodiendo acompañada de la distancia desde tanto tiempo, porque créeme que si ya nos hubiésemos visto estaría todo solucionado.
Quiero cansarme ya de todo y apartarlo de mi vida, aunque sea por un momento...
Porque echo de menos tantas cosas... Sentirme a gusto conmigo misma cosa que parezco haber olvidado desde que aparecieste porque ahora eres la única que persona que puede hacerme sentir así, otras como que me mires y sentirme llena, cosa que hace tiempo no tampoco consigo; quedar dónde siempre a la hora de siempre; tumbarnos a mirar la Luna, tan grande como me siento yo cuando estoy a tu lado...
Porque todas las calles se llaman Esperanza si paseo a tu lado...
Que no sé si intentar olvidarte o esperarte, sólo sé que las dos me joden por igual.
¿Como te necesito tanto si nunca te he tenido?
Echo de menos sentarnos en cualquier portal de madrugada a fumarnos un cigarrillo y que me preguntes qué hago fumando, y yo me quede callada y luego te conteste que es porque me apetece, en lugar de decirte que es porque me apeteces, pero que una vez más me lo niego a mi misma y comienza otra lucha en mi interior, quizá por eso fume, para intentar desvanecerme como el humo... O quizá para ver si así puedo sacarme tu olor de la cabeza, o por llevarme algo a la boca y no notar la ausencia de tus labios...
Y es que a tu lado todo pasa tan rápido... O quizá sea yo la que se acelera insegura de mi misma pero segura de lo que quiero. Pero lo peor de esto es que me encanta la incertidumbre, quizá por eso complique yo todo, porque jamás algo que valga la pena será sencillo.

viernes, 31 de enero de 2014

Camino de las utopías.

Otra mañana de resaca, de no saber si es por beberme tu ausencia o por otros tantos motivos que me han llevado a estar así, pero eso sí, todos tienen que ver contigo.
Como bien dice Extremoduro: el camino de las utopías. Eso busco. Un camino dónde pueda al menos ver una salida a esto, a ti.
Que siempre me he montado en todos los trenes que pasaban, pero que todos me han llevado a lo mismo, a disfrutar y aprender de todo en un viaje. Aprender de todo menos de olvidar. Quiero aprender a llegar a un sitio y quedar allí los recuerdos por si un día quiero volver. Pero contigo he llegado al lugar del que nunca sabré regresar, porque ni siquiera recuerdo el camino de vuelta.
Que el error nunca ha sido subirme al tren equivocado, sino no subirme a algunos. Y sobre todo al que me llevava a perderme contigo.
Así que dejé pasar el más importante y meses más tarde me monté en otro, y me perdí, porque sin ti siempre estoy perdida, nunca me encuentro.
En definitiva, quiero montarme en un sitio cualquiera, que me lleve a cualquier lugar, en cualquier momento, a cualquier lugar, pero contigo.

martes, 28 de enero de 2014

No te echo de menos.

Parada en la ducha pienso en ti, aunque bueno, ¿y cuándo no?
Me he dado cuenta de que no te echo de menos, sino que sin ti, todo es menos, mucho menos.
Será que ya no siento el nerviosismo ese cuando te veo, pero lo que está claro que es porque estamos lejos, aunque te quiera de cerca.
Que lo que si que puedo echar de menos es sotenerte la mirada de la manera que lo hacíamos, olvidando todo alrededor por unos instantes, aunque si fuese de mi elección, no me importaría olvidar el mundo o mi vida por sentir las cosas que siento al mirarte. Que me salga esa sonrisa gilipollas después, y nunca mejor dicho, gilipollas...
Que Fito y Fitipaldis da donde más duele con canciones como la que estoy escuchando: me di cuenta tarde que te perdí por pensar que te tenía...
Y bueno, como siempre, tu llegabas tarde cuando quedabamos, aunque llegases puntual, porque siempre querré que llegues antes. Y yo, una persona exageradamente puntual, llegué muy pronto a tu corazón, pero de lo que no me he dado cuenta que de verdad lo único que importa es llegar, y sobre todo llegar de la manera que lo hiciste tú al mío, ya fuese tarde o temprano, pero lo verdaderamente importante es que llegaste para no irte.

domingo, 26 de enero de 2014

Hasta que nos olamos.

Espero tu mensaje, como cada noche, arropada de soledad.
Te espero como se esperan las noches de verano, como esas noches que pasó de todo entre nosotros sin pasar nada.
Porque a veces el silencio también es buena respuesta, aunque luego te quedas inconforme de no haber roto ese silencio con un beso.
Hasta que nos olamos, dijiste.
Supongo que tienes toda la razón, parece que no somos el uno sin el otro, aunque hay días en los que parece que avanzas hacia la calle del olvido. Pero ambos sabemos que en cuanto nos olamos, no importará todo el tiempo que haya pasado, porque las sensaciones son las mismas, y los sentimientos, pues también.
En conclusión, ¿cómo vamos a olvidarnos si ninguno de los dos empieza a hacerlo?
Será eso, que no querer, es no poder. Y que no estar contigo, no tiene por qué significar olvidarte.

lunes, 20 de enero de 2014

Un lunes de Enero.

Un día es estos en los que se piensas de más, en los que no sé si te echo de más o de menos.
A todas horas me planteo olvidarte, sin darme cuenta de que lo único que hago así es recordarte.
No sé cuánto tiempo me queda así... lo único que sé, es que quiero que todo empiece o acabe ya, sin matices, o un extremo u otro, porque o lo quiero todo contigo o no quiero nada más.
Cada noche pensando en las noches que paso pensando en ti, esas noches pensando en lo poco que fue y lo mucho que podría haber sido, las noches de las noches de las noches que me acuesto pensando en ti intentando cerrar los ojos y no ver que cada día te quiero más.
Lo irónico de todo es que ahora no soy capaz de cerrar los ojos, cuando antes no era capaz de abrirlos.
Todas esas contradicciones conmigo misma, esos enfados, esa desesperación de que mi vida no dependa del brillo de tus ojos y mucho menos, de un puto móvil que es el único que consigue acercarme a ti... Pero, acercar, no es la palabra más adecuada cuando hay más de 200 km en medio.
Pero lo que más jode es quererte tanto y no quererte bien...

Invierno.

Otra noche más inundada de tu ausencia. Otra noche en la que tu recuerdo invade mi cama y mucho peor, mi cabeza.
Una conversación de esas que ninguno quiere que se acabe, pero tampoco ninguno de atreve a continuar.
Querete es como saltar de un precipicio, una adrenalina que al principio da miedo, sí, pero engancha.
Una noche más me arropo en mi cama con tu recuerdo, pero el frío invade mi cuerpo porque le acompaña tu olvido.
Ojalá estuvieras aquí, ojalá algún día tenga el valor de decirte todo lo que no me atrevo... a veces por miedo, a veces por mí.
Cuando parece que empiezo a olvidarte, llegas y rompes los pocos esquemas que mi cabeza trata de hacer para superarte.
Otra noche más pero otro día menos, otras 24 horas desperdiciadas sin ti.
Porque tú eres la única persona capaz de romperme en mil pedazos y llegar y que se unan todos de una vez

Sin respuestas.

Nunca pensé que nada, y mucho menos que nadie, pudiese cambiarme de la manera que lo estás haciendo.
Ya no me cabreo por cosas importantes, o quizá, es que desde que estas tú, nada más me importa.
Noches perfectas en mi cama, con Antonio Orozco de fondo, arropada por el frío sin saber cual es su causa, quizás seas tu o quizá sea lo vacía que me siento.
Tantas preguntas en mi cabeza que llevan tanto tiempo buscando respuesta, pero con el tiempo te das cuenta de que hay algunas cosas a las que nunca se podrá responder. Como si me preguntasen qué es lo que siento cuando te veo, cuando te huelo o cuando te miro. Adrenalina y miedo juntas, inseparables, cuando estás cerca y sobre todo cuando nos quedamos mirándonos. Uno de esos momentos que marcan tan fuerte en tan poco tiempo que me llevan a escribir cosas así.
Me has cambiado la vida, pero sobre todo me has cambiado a mi, y tampoco sabré responder si para bien o para mal.
Nunca he esperado nada de nadie, y sobre todo, nunca he esperado a nadie, pero tú has llegado para pararme y quedarme ahí viendo como te has ido.
Y sale el sol, y de repente se pone la luna... Así pasan los días, sin nada interesante que decir ahí en medio. De lo que si que puedo decir es de la luna, que es la que me acompaña recordandote, esperando que tu cuando la veas sientas lo mismo.
¿Recuerdas esa noche mirando la lluvia de estrellas? Tú me preguntaste que cuál era mi deseo, y yo no quise responder o quizá es que tampoco había respuesta, porque lo único que deseaba ya lo tenía entre mis brazos.
Yo que siempre tenía respuestas para todo, ahora sólo me vienen preguntas y más preguntas, además, son de esas sin respuesta. O mejor dicho, la respuesta nunca vendrá si no vienes tú